En muchos rincones de España, la despoblación avanza sin freno. Los jóvenes se marchan, los comercios cierran y las calles quedan en silencio. Pero en Cipérez, un pequeño pueblo de Salamanca, la historia es distinta.
Este municipio de apenas 225 habitantes ha dado la vuelta a la tortilla. A través del impulso empresarial, más de la mitad de sus vecinos trabajan en empresas locales. Un dato que sorprende, pero que es fruto de estrategia y esfuerzo conjunto.
Cipérez no solo resiste, sino que avanza con paso firme. Ha logrado reactivar su economía, generar empleo y devolver el orgullo a su gente. Todo esto sin perder su esencia rural ni sus raíces profundas.
Empresas locales que dan vida al pueblo
Cipérez destaca por su tejido empresarial activo. En pleno corazón de Castilla y León, la actividad industrial y comercial no para. La fábrica de obleas Pan de Ángel, con más de 160 años de historia, emplea a treinta personas del propio municipio.
Otra fuente de trabajo es una carpintería especializada en muebles de cocina, que también da empleo a más de treinta vecinos. Además, una empresa de transporte con sede fiscal en el pueblo emplea a una veintena de conductores.
Pequeños comercios como bares, un supermercado y talleres completan la oferta. Así, la economía del pueblo gira en torno a negocios propios, gestionados por manos locales. Y eso marca la diferencia.
Un alcalde comprometido con su gente
El alcalde de Cipérez, Juan Francisco Alonso, es una figura clave en esta transformación. Ha liderado una gestión basada en hechos, no en promesas. Su visión ha sido clara: atraer inversión, impulsar empresas y mejorar infraestructuras.
Él mismo afirma que Cipérez es “el pueblo de menos de mil habitantes más industrial de Salamanca”. Un título que no se gana de la noche a la mañana, sino con trabajo constante y diálogo con los empresarios.
Uno de los grandes logros fue la llegada de la fibra óptica. Esta mejora tecnológica permitió que muchas gestiones y negocios se modernizaran. Y con ello, surgieron nuevas oportunidades para los más jóvenes.
Comparaciones que inspiran a otros pueblos
Cipérez no está solo en esta lucha. Otros pueblos en España han comenzado a aplicar estrategias similares. Por ejemplo, Soportújar, en Granada, apostó por el turismo temático centrado en la magia y las brujas.
Gracias a esa originalidad, atrajo a cientos de visitantes cada mes. Esto reactivó la economía y llenó las calles de vida. Al igual que en Cipérez, la clave fue encontrar una identidad fuerte y explotarla con cabeza.
Estos casos demuestran que cada pueblo puede encontrar su camino. Ya sea por la industria, el turismo o la innovación, lo importante es actuar. Porque quedarse de brazos cruzados no es una opción.
Claves para un desarrollo rural sostenible
La planificación es esencial para que un pueblo prospere. No se trata solo de crear empleo, sino de garantizar que sea sostenible. Cipérez ha logrado ese equilibrio entre desarrollo y tradición.
También ha sido vital la colaboración entre municipios. El trabajo conjunto permite compartir recursos, atraer proyectos más grandes y evitar la competencia desleal. Así, se construye una red sólida entre pueblos vecinos.
Los expertos coinciden: el desarrollo rural necesita estrategia, apoyo institucional y participación ciudadana. Cipérez ha seguido estos pasos al pie de la letra. Y hoy, su ejemplo sirve como faro para muchas otras localidades.

El arraigo como motor del desarrollo
En Cipérez, los vecinos sienten un orgullo profundo por su tierra. Este apego no solo se nota en las palabras, sino también en los hechos. Muchos eligen quedarse porque valoran lo que tienen cerca: trabajo, tranquilidad y comunidad.
La identidad local se refuerza con empleos estables. Las empresas del pueblo confían en su gente, y eso crea vínculos duraderos. Además, los trabajadores transmiten ese compromiso a sus hijos, evitando así que los jóvenes se marchen.
Las tradiciones también juegan un papel esencial. Las fiestas populares, el tapeo de siempre y el saludo cordial en la calle siguen vivos. Esta cercanía fortalece la vida diaria y hace del pueblo un lugar acogedor, tanto para quedarse como para volver.
Apoyo institucional con visión de futuro
El papel del ayuntamiento ha sido clave. Las autoridades han apostado por una gestión práctica, sin promesas vacías. Con una estrategia clara, han atraído proyectos sólidos y sostenibles que crean empleo real.
La colaboración con la Junta de Castilla y León ha dado frutos. Gracias a las subvenciones bien gestionadas, varias empresas pudieron crecer y contratar a más vecinos. Además, se ha simplificado la burocracia, algo que siempre espanta al emprendedor rural.
Otra medida eficaz ha sido fomentar la formación profesional. Jóvenes del pueblo acceden a cursos sin salir de Cipérez. Esto les permite trabajar en empresas locales sin romper su vínculo con la comunidad, lo que reduce la fuga de talento.
Diversificar para resistir
Cipérez no depende de un único sector. Aunque la industria alimentaria y la carpintería son fundamentales, hay otros pilares en marcha. Empresas de transporte, tiendas y hasta alojamientos rurales están aportando dinamismo.
Algunos vecinos han apostado por ideas nuevas. Por ejemplo, casas rurales que reciben turistas de toda Castilla y León. También hay quienes venden productos artesanos por internet, combinando tradición con tecnología.
Esta diversificación es clave. Ante una crisis en un sector, hay otras opciones que mantienen el pulso económico. Además, permite que distintos perfiles profesionales encuentren su sitio en el pueblo, desde operarios hasta emprendedores digitales.
Un ejemplo para toda España
Lo que pasa en Cipérez no es un milagro, sino el fruto del esfuerzo y el buen hacer. Es la prueba de que con compromiso, se puede revertir la despoblación. El pueblo ha sabido combinar arraigo, empleo y gestión eficaz.
Muchos otros municipios podrían seguir este camino. Solo hace falta voluntad política y participación vecinal. Cuando se alinean estos factores, las oportunidades aparecen, incluso en los rincones más olvidados.
La llamada España vaciada no está condenada. Cipérez demuestra que el mundo rural tiene futuro. Un futuro con empleo, con jóvenes, con tradiciones vivas y, sobre todo, con esperanza.
Conclusión
Cipérez ha conseguido lo que muchos pueblos desean: frenar la despoblación y recuperar su vitalidad. Lo ha hecho apostando por el empleo local, el arraigo y la diversificación económica. Las empresas, los vecinos y el ayuntamiento han trabajado juntos, con una visión clara.
Este caso no es aislado, es un modelo a seguir. Muestra que el entorno rural puede prosperar con decisiones acertadas y gestión responsable. No se trata de grandes promesas, sino de acciones concretas que mejoran la vida de la gente.
En tiempos donde la España vaciada sigue en debate, Cipérez se planta como ejemplo real. Con trabajo, orgullo y buena cabeza, ha demostrado que sí se puede. Como bien se dice por allí, “más vale maña que fuerza”.